martes, 26 de febrero de 2008

Pol Pot, de implacable asesino a espíritu venerado en Camboya

En el sueño que tuvo la otra noche, dos serpientes salían de la tumba donde desde hace ocho años están los restos de Pol Pot y le dieron a su vecina, Loan Pheap, lo que según ella era un número de quiniela premiado.

No fue una sorpresa. Pol Pot, que fue uno de los más crueles asesinos en masa del siglo pasado, se ha vuelto una especie de vendedor de ilusiones para quienes le rezan con el propósito de que les haga acertar los números que apuestan.

Su tumba, ubicada entre malezas a unos 300 metros de la frontera con Tailandia, está semidestruida. Pero para muchos, aquí, Pol Pot es el espíritu guardián de las montañas Dangrek, que cura las enfermedades y reparte números de quiniela y lotería.

Los lugareños comentan que algunos visitantes quitaron de las cenizas los últimos restos de sus huesos y se los llevaron a su casa como amuletos. En la zona se está construyendo un casino para capitalizar ese botín espiritual.

El mes pasado comenzaron formalmente los preparativos para el juicio a los jefes sobrevivientes del Khmer Rouge, la organización comunista que, liderada por Pol Pot, fue responsable de la muerte de 1.700.000 camboyanos entre 1975 y 1979, casi la cuarta parte de la población. Aquí, en lo que fue uno de los últimos bastiones del Khmer Rouge antes de que se produjera la caída de ese movimiento guerrillero en 1998, a algunos de sus líderes más denigrados se los recuerda con lealtad y afecto.

"No era un mal tipo", dijo Loan Pheap, que durante el régimen de Pol Pot formó parte de una brigada militar femenina y ahora vende nafta y plantas de su propio vivero, que está al lado de la tumba de Pol Pot.

"Todavía lo considero mi padre", expresó la mujer. "Se ocupó de mi casamiento porque mis padres y mis suegros habían muerto."

Anlong Veng, un pueblo monótono y cubierto de lodo en el extremo norte camboyano, está de luto ahora, debido a la muerte de otro jefe máximo, Ta Mok, que falleció el 21 de julio pasado, a los 80 años. Queda ahora apenas un puñado de frágiles y envejecidos hombres como potenciales acusados.

Cientos de personas asistieron a su funeral y lloraron la muerte de un hombre que está acusado de ordenar decenas de miles de asesinatos, pero a quien recuerdan como un patrón benévolo que repartía arroz y ganado a pesar de que ejecutaba a quienes violaban sus austeras reglas comunistas.

Como jefe comunal de Anlong Veng, Ta Mok prohibió y castigó con la pena de muerte el robo, el estado de ebriedad, la prostitución, los casamientos con personas ajenas a la comuna, la empresa privada, cualquier contacto con gente de afuera y escuchar otra radio que no fuera la del Khmer Rouge.

Rechazo al nuevo mundo

Esas reglas, y los carteles que informaban sobre ellas en el edificio de la escuela y por todos lados, han sido reemplazadas por símbolos del nuevo mundo que se ha arraigado aquí. En la entrada del pueblo se puede ver una pared con afiches publicitarios de cerveza Bayon, de cigarrillos Luxury y de condones Number One.

Muchos habitantes locales están resentidos por los cambios. "Más que malos", dijo un campesino, recordando lo que, según se decía, era una época de pureza, orden y disciplina. "Yo lo amaba", afirmó Yun Hat, ex soldado del Khmer Rouge que perdió una pierna, al igual que Ta Mok, con la explosión de una mina. "Nos dio todo lo que necesitábamos. Vivíamos con amor y felicidad. Nunca lo vi cometer un crimen."

Pero tanto él como su amigo, Em Man, se lamentaron de que Ta Mok no hubiese vivido para hacerles frente a sus acusadores y decirles a quienes habían depositado su fe en él si en realidad había sido un asesino de masas.

"Ya no es nada", se lamentó Em Man, campesino que dijo haber sido chofer de Ta Mok y que usaba una cinta roja de luto en la muñeca. "No podrá responder a ninguna pregunta. Quería que explicara en la corte lo positivo y lo negativo de su vida. Nunca lo vi matar a alguien", agregó.

Ahora, como Pol Pot, ese hombre acusado de aterrorizar a su país, tiene un deslucido y desolado lugar de descanso eterno: una tumba de cemento sin inscripciones sobre una plataforma cubierta de arena marcada con las huellas de vacas errantes y donde los perros suelen defecar.

Es difícil considerar cómo enterrar a un genocida. Pol Pot fue cremado en abril de 1998 sobre un montón de gomas y muebles viejos. Quizás esa despedida sea apropiada para los líderes que gobernaron según el adagio de "dejarte vivo no es una ganancia ni una ventaja; matarte no es una desventaja ni una pérdida".

Algo que parece ser una tradición del Khmer Rouge es que la gente ya ha empezado a afirmar que también el espectro de Ta Mok comenzó a repartir números de quiniela y lotería. E incluso el gobierno se metió en el juego, con la esperanza de convertir las tumbas en atracciones turísticas.

Seth Mydans
International Herald Tribune

No hay comentarios: