miércoles, 27 de febrero de 2008

Gerardo Vallejo, emblema del cine militante de los ‘60 y ‘70

El realizador tucumano Gerardo Vallejo murió ayer, a los 65 años, víctima de un cáncer de pulmón que padecía desde hace años. Con su muerte, concluye la carrera de un director que formó parte de la esencia del cine militante de los ’60-’70 y que será recordado fundamentalmente por su obra cumbre, El camino hacia la muerte del Viejo Reales (1968), película emblemática sobre la explotación de los trabajadores azucareros, de la que también fue guionista y productor. Surgido en la Escuela de Cine Documental que dirigía el legendario Fernando Birri, Vallejo integró el histórico Grupo Cine Liberación, fundado por Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino y fue el asistente de dirección de La hora de los hornos.

Perseguido por la dictadura militar de Lanusse, terminó El camino... en 1971 en Roma, luego de salvar los negativos de la película casi de milagro. El documental obtuvo numerosos premios, aunque fue prohibido en nuestro país en 1972. Se exhibió en la clandestinidad hasta que en 1973 la copia original fue repatriada mediante un decreto de Juan Domingo Perón durante su tercera presidencia. Entre 1972 y 1974 registró Testimonios de Tucumán, una serie de 24 cortometrajes, producidos por la Universidad Nacional de Tucumán y la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA), que se difundieron por la televisión regional. Pero en diciembre de 1974 una bomba estalló en la casa de sus padres en Tucumán y debió abandonar el país, teniendo que soportar un doloroso y prolongado exilio. Previo paso por Panamá, donde conoció a Omar Torrijos, partió hacia España: allí filmó Reflexiones de un salvaje (1978) y escribió el libro Un camino hacia el cine.

Con el regreso de la democracia, retornó a la Argentina y rodó su tercer largometraje, El rigor del destino (1985), protagonizado por Carlos Carella. Recién diez años más tarde volvió a filmar Con el alma, su cuarta película en casi tres décadas, que contó con la actuación de Alfredo Alcón y Lito Cruz (Vallejo también fue intérprete) y que trazaba la historia de un director obsesionado por filmar su próxima película. En la trama aparecían Martín Fierro (Lito Cruz) y el Quijote (Alfredo Alcón). “Era un encuentro mágico en los valles calchaquíes de Fierro y el Quijote que están buscando sus tumbas como los 30 mil desaparecidos. Una metáfora”, contó Vallejo a Página/12 el año pasado.

Pero Martín Fierro volvería a aparecer en una película de Vallejo y de manera central: Martín Fierro, el ave solitaria fue una versión libre del cineasta sobre el poema de José Hernández, que contó con el protagónico de Juan Palomino. La película se estrenó el año pasado y fue un deseo cumplido del realizador, ya que en 1982 había elaborado el guión, que durmió en su memoria ante la imposibilidad de concretar la película. Hasta que el sueño de Vallejo, que leía la “Biblia gauchesca” a su abuelo –un pastor analfabeto que llegó a la Argentina en 1912–, se hizo realidad. Ayer, Pino Solanas lo recordó como “uno de los grandes compañeros y hermanos de aquel cine de resistencia y combate” y como “un tipo muy generoso, de enorme sensibilidad con la gente y un extraordinario documentalista que se ligó al cine social de la identidad nacional profunda”.

Oscar Ranzani 07-02-2007

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