domingo, 28 de septiembre de 2008

Adiós a un gigante del humor

MONTEVIDEO (AFP).- El actor uruguayo Ricardo Espalter, gran figura del humor rioplatense, falleció ayer en un sanatorio de Maldonado, a 140 kilómetros de esta capital, a causa de una insuficiencia renal. Tenía 82 años.

"Cara pálida y llena, con cierta expresión hondamente preocupada que atrae las carcajadas por alguna razón misteriosa, como si esas cejas afligidas (de pronto distendidas por una sonrisa inesperadamente atractiva que transfigura ese rostro cómicamente hosco y confuso) alcanzaran alguna fuente de risa asimismo confusa, indiscernible."

Como si hubiese querido con estas palabras incluir su nombre en una suerte de diccionario antológico del humor y la comicidad en el Río de la Plata, así definía la Revista LA NACION a Ricardo Espalter en julio de 1974, a propósito de un espectáculo de café concert que ofrecía por entonces en Buenos Aires junto con Enrique Almada y Katia Iaros.

Ese mismo año y con los mismos compañeros, primero en la TV y más tarde en el teatro y el cine, Espalter alumbró a su personaje más popular, El Toto Paniagua. Aquel entrañable chatarrero de cabello engominado y raya al medio que de un día para el otro se convirtió en millonario, se sumó con sus impagables clases de buenos modales a la antología de la mejor comicidad televisiva de todos los tiempos en ambas orillas del Río de la Plata.

Entre las quejas de su profesor ( zamborotudo y chulángano era lo menos que le decía Almada) y el "vamo vamo" con el que Toto se ponía a la defensiva creció como nunca la popularidad de Espalter. Gracias en buena medida a esa presencia notable en tiempos del inolvidable Hupumorpo , el público comenzó a reconocer definitivamente el valor del humor que el actor nacido el 14 de abril de 1924 trajo al país junto a sus compañeros uruguayos desde el desembarco de Telecataplum , en 1963, una verdadera revolución humorística que siguió con Jaujarana , Hupumorpo e Hiperhumor , ejemplos de un humor lúcido, agudo y elaborado que está en las antípodas de la vulgaridad actual.

En ese impar grupo que integraban Almada, Berugo Carámbula, Andrés Redondo, Raimundo Soto, Julio Frade, Emilio Vidal, Gabriela Acher y Henny Trayles, entre otros, Espalter dejó un aporte único gracias a sus excepcionales dotes para la pantomima y para hablar en distintos idiomas: sus apariciones discutiendo en ruso con un norteamericano (D Angelo) junto al Kremlin fueron memorables.

"Espalter se sume en su somnolencia, abstraído y tozudo como si estuviera resolviendo mentalmente un problema", decía de él la Revista LA NACION en 1974. Así lo veíamos en la televisión, con el gesto huraño y sufrido de quien no podía resolver una situación que lo tenía como víctima, pero a la vez producía un efecto humorístico irresistible: así era el pobre hombre internado en un sanatorio soportando a quienes lo visitaban y maltrataban, el sufrido farmacéutico al que le pasaban todas, el empleado de la disquería encerrado junto a un cliente de gustos muy especiales o un adormilado aprendiz de kung fu.

Más que un cómico, a Espalter le gustaba definirse como un actor con una larga formación teatral que nació primero en la revista y más tarde, a mediados de la década de 1950, en los grupos independientes La Máscara y Club de Teatro, donde llegó a representar obras de Shaw y Sartre.

Se multiplicó en los años 70 con trabajos simultáneos en Chile, Uruguay y la Argentina, hizo varias películas (entre otras, La industria del matrimonio , Los irrompibles , La película , El dirigible y Maldita cocaína ) y ciclos de TV en las dos orillas, dejó un libro con sus memorias ( El comediante ), volvió al teatro clásico en 2002 y dos años después recibió un homenaje televisivo que conocimos aquí en marzo de 2006. Lo vimos más envejecido y gordo, pero igual de chispeante por última vez en la piel de su personaje más célebre. Y allí pareció, sin palabras, que repetía algo que dijo más de una vez: "Siempre he hecho reír sin proponérmelo".

Marcelo Stiletano

Pinchinatti: Ni el Toto Paniagua ni Marieta (una de las hermanas Rivarola) le dieron a Espalter en Uruguay la popularidad que alcanzó Pinchinatti, un personaje que nació en la televisión oriental y que llenó plazas y estadios en 1989 "postulándose" como candidato presidencial, interpretando el desencanto de sus compatriotas frente a la política. Proponía entre otras "medidas" privatizar el Parlamento y fomentar el analfabetismo para que pueda aumentarse el producto bruto interno .

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